miércoles, 11 de octubre de 2017

GRAN PEÑA CEILER: HOMENAJE A VIOLETA PARRA



     



Fue un homenaje como lo merece Violeta Parra, la roja flor del pueblo. Más de cien personas siguieron atentas,  emocionadas, alegres y participantes, los bailes,  las canciones, las palabras, en esa Peña memorable del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER.
El querido Max Berrú, presidente del CEILER, llevó el pandero.
Dos parejas del Club Tango Sur mostraron su arte bailando cuecas y tangos. Se leyó un discurso, que adjuntamos.
Desfilaron artistas de excelente calidad que cantaron a Violeta: Max Berrú, Víctor Seves, Cristóbal Berrú, Martín Seves (hijo de Víctor),  Claudio Vásquez, Jorge Negrón y Carlos Jeldes.









Hubo fraternidad y sana alegría. Los asistentes gozaron no sólo con el espectáculo artístico, sino también con los comestibles y bebestibles: empanadas, sopaipillas, tintolio, terremoto, y muchos etcéteras.

Ese viernes 6 de octubre de 2017 estuvieron muy presentes las canciones de Violeta, que otros censuran, en el Salón Camilo Guzmán Sandoval del ICHIL.






 GRAN PEÑA CEILER: HOMENAJE A VIOLETA PARRA


Violeta Parra, de quien celebramos esta noche su primer centenario, tiene para el Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, una enorme importancia y un profundo significado.
Ello no sólo por ser Violeta Parra la más grande cantautora nacional, ni tener bella voz. Tampoco solo por tener una capacidad creadora infinita de hermosas canciones, música instrumental, de arpilleras,  pinturas,  tapices, de chilena artesanía.
Violeta Parra tiene para el CEILER enorme importancia y profundo significado no sólo por haberse convertido en una artista de calidad internacional,  ni sólo por haber abierto el surco del llamado “Canto Libre” de América, del cual surgieron Daniel Viglietti, Mercedes Sosa, Víctor Jara,  el Quilapayún, el Inti-Illimani , y tantos otros cantores-políticos de América del Sur.
Violeta Parra es para el CEILER la roja flor del pueblo que,  por sobre  todas sus otras gloriosas cualidades, tiene sentido y razón  por   haber recogido, mantenido y difundido la tradición de los heroicos revolucionarios de comienzos del siglo XX.
Efectivamente. Violeta Parra, por  tener sus raíces firmemente fundidas con  la historia y el  alma del pueblo chileno, pudo transformarse en consecuente heredera de Luis Emilio Recabarren y sus compañeros, que emplearon la canción como arma contra los explotadores y un medio para llegar a los trabajadores con un mensaje político.
Así también lo hace Violeta Parra con sus canciones: “La Carta”, “Arriba quemando el sol”, “Me gustan los estudiantes”, “¿Qué dirá el santo Padre?”, “Arauco tiene una pena”, “Al Centro de la Injusticia”, “Por qué los pobres no tienen”, “Yo canto la diferencia” “Un río de sangre”, “Los pueblos americanos”, “Mazúrquica, modérnica”, “Según el favor del viento”. “Me falta un guerrillero”, “Santiago, penando está”, “Miren”, “Hasta cuando”, “Ayúdame, Valentina”.
Hoy todos rinden homenaje a Violeta. Pero, ¡cuidado! El arte también refleja la lucha de clases y no está ajeno a la lucha ideológica. Hay quienes celebran a Violeta Parra, pero la censuran. Por ejemplo, el pasado 18 de septiembre el canal Cámara de Diputados Televisión transmitió un homenaje a Violeta Parra. Hubo bellas canciones, pero ninguna, absolutamente ninguna, canción con contenido político-social.
Luis Emilio Recabarren, padre del movimiento obrero chileno, fundador del Partido Comunista, reconstructor del movimiento sindical clasista, pionero de la prensa y cultura proletaria, interpretaba él mismo canciones en sus viajes por los pueblos mineros del norte de Chile. Una de ellas, era un vals popular, con letra de Francisco Pegoa, que en parte decía así:
                        “Si la plebe reclama derechos
                         los burgueses se niegan a dar
                         y les llevan con grillos a la cárcel
                         o los echan al fondo del mar.

                         Yo quisiera mirar toda roja
                         una sola bandera en la tierra
                         y q’el hombre no fuera a la guerra
                         y q’el hombre no muera en prisión”

Violeta Parra crea y canta hacia 1962 “La Carta”,  que se considera el inicio de su canción comprometida. En ella  dice:

                        “Me mandaron una carta
                         por el correo temprano,
                         en esa carta me dicen
                         que cayó preso mi hermano,
                         y sin lástima, con grillos,
                         por la calle lo arrastraron, sí.

                   “Yo me encuentro tan lejos
                         esperando una noticia,
                         me viene a decir la carta
                         que en mi patria no hay justicia,
                         los hambrientos piden pan,
                         plomo les da la milicia, sí.

                        “Por suerte tengo guitarra
                         para llorar mi dolor,
                         también tengo nueve hermanos
                         fuera del que se m’engrilló,
                         los nueve son comunistas
                         con el favor de mi Dios, sí.

Nosotros, en esta noche de primavera, simplemente, decimos: “¡Gracias, Violeta, por habernos  dado tanto!”

                                                   Iván Ljubetic Vargas

                                                   Viernes 6 de octubre 2017