sábado, 3 de junio de 2017

CUATRO DE JUNIO: 105 AÑOS




Fuente: crònica digital


El Partido Comunista de Chile es un árbol de tronco grueso y de hojas siempre verdes.
El rojo  recorre su cuerpo vivo, y la savia alimenta su completa arquitectura.
Más que centenario, su puñado de fundadoras y fundadores surgieron de una matriz obrera; intelectual; vinculada al teatro y a las artes; a la artesanía temprana.
Luis Emilio Recabarren, su líder fundacional, ordenó su convulsionada vida en torno a la construcción de sindicatos; de grupos de teatro y, especialmente, de prensa obrera y popular. En ese entramado dibujó y tejió el llamado “trabajo partidario” y “trabajo de masas”.
Es una práctica y una construcción teórica que trascendió con creces los primeros años de vida del partido obrero,  que se abrió paso en medio de oligarquías y élites represivas que no tenían en sus diseños clasistas la construcción de un estado nacional.
Y también se abrió paso en medio de intentos anarquistas que despreciaban una lucha por el poder estatal y no consideraban nítidamente el sentido y la incidencia de una clase en el proceso de acumulación y correlación de fuerzas, en donde las alianzas fueron consideradas, desde un comienzo, como históricamente necesarias.
Teresa Flores es una protagonista de este mismo proceso, junto a destacadas personalidades que emergieron en los tiempos tempranos de construcción partidaria.
Belén de Zárraga, mujer española que luchaba por el derecho a voto de la mujer, visitó Chile en los tiempos iniciales. Recabarren y sus compañeras y compañeros de ruta, comprenden la importancia ética y valórica de tal empeño, y la acompañan en un recorrido que ella realiza en diversas ciudades de Chile, y le abren muchas asambleas obreras formadas mayoritariamente por hombres, de ese entonces.
Periódicos obreros de la época, y también periódicos clasistas de las oligarquías, registran esos trascendentes hechos.
En la historia del estado nacional chileno, está inserta y metida la historia del Partido Comunista de Chile. Es parte sustantiva de esa historia. Tal vez sea ésta una de las causas más profundas que explican por qué los embates represivos, de franco exterminio hacia la cultura comunista, no hayan logrado su objetivo atroz.
El Partido Comunista de Chile ha logrado ser sujeto de identidad obrera, popular y nacional, con un internacionalismo grueso, que se ha expresado en múltiples gestos históricos y concretos. Esa idiosincrasia es parte también de la cultura nacional y popular de Chile.
Hoy, el PC de Chile está metido en un camino complejo.
Lo acompaña su historia, de eso no hay duda. Quienes tratan en forma casi absurda de pontificar, en el sentido de que los comunistas de hoy, “traicionaron” su legado y sus pasados compromisos revolucionarios, francamente no tienen idea de la historia del PC de Chile.
Por ahí no va la cosa.
Los desafíos del PC se ubican en otra dirección.
El primero: Mantener, sostener e incrementar una correlación de fuerzas que estabilice las transformaciones iniciadas en este nuevo ciclo histórico que recién despunta. En este proceso, son claves, en forma simultánea, las alianzas y la fortaleza del sujeto principal: trabajadoras y trabajadores.
Ambos factores, alianzas y sujeto principal, hoy están tensionados. Y ese es el desafío para los y las comunistas del actual Partido Comunista.
El segundo: El diseño de un amplio bloque socio-político de centro-izquierda que no sólo diseñe, sino que también implemente la realización práctica de un nuevo modelo de desarrollo nacional. Esto no es sólo materia económica, es mucho más amplio que eso. El debate de ideas; el quehacer propositivo; el empujar la lucha ideológica en este código es una necesidad histórica y de primer orden.
El tercero: Una acción dialéctica que permita empujar las diversas expresiones de la política, especialmente el protagonismo popular y ciudadano, en los territorios y en los movimientos sociales. Las instituciones políticas del estado, en donde se delega representación de poder, son importantes, sin ninguna duda. Pero no pueden ser nunca construcciones excluyentes y exclusivas, menos en un estado cuyas instituciones políticas todavía son parte de un andamiaje autoritario diseñado para contener al Pueblo.
El cuarto: La aportación a una nueva ética y estética popular, ciudadana y nacional. Todo movimiento real de cambios siempre requiere en forma sustantiva de expresiones en este amplio campo de la construcción de identidad.
El quinto: Empujar con mayor fuerza construcciones nacionales que permitan abrir paso hacia un nuevo contrato social con los Pueblos originarios, especialmente el Pueblo Mapuche; y lograr un nuevo acuerdo nacional por Verdad y Justicia, especialmente respecto de esa herida que permanece abierta y duele: Las y los detenidos-desaparecidos.
El Partido Comunista de Chile, cuando celebra 105 años, se dispone a  cumplir lealmente su participación y apoyo coherente con el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. La batalla por un Estado Democrático y por igualdad en todos los planos ha dado grandes pasos.
Antes lo hizo en el gobierno de Salvador Allende.
Hacia el futuro, concentra sus esfuerzos para conquistar un nuevo gobierno de mayorías para la transformación social, encabezado por Alejandro Guillier. Un camino lleno de desafíos y cuya primera tarea (nada de fácil) es conquistar el nuevo gobierno.
Sin pausa; intensamente; paso a paso, el Partido Comunista de hoy, continúa aportando sus esfuerzos hacia la emancipación en todos los aspectos.
Por Juan Adrés Lagos E.
Periodista
Santiago de Chile, 3 de mayo 2017
Crónica Digital